La aceptación de uno mismo, tiene una faceta física,
igual que la tiene el rechazo de uno mismo.
Fíjate en como los niños intentan a veces, no sentir
lo que sienten.Su pecho se contrae, y su respiración
se torna más fatigosa.
Lo mismo nos sucede a los adultos. Cuando nosotros
negamos y rechazamos, lo primero que hacemos es dejar de
respirar.Cuando aceptamos, nos relajamos y respiramos hondo;
nos abrimos, no nos cerramos en banda.
La actitud de aceptación básica de uno mismo,
conlleva decirse: elijo valorarme a mi mismo, tratarme
con respeto, y defender mi derecho a la existencia.
Este es un nivel aún más profundo de aceptación de
uno mismo, que adquirir algún pensamiento, sentimiento
o acto que resultan molestos.Aquí es donde empieza
la autoestima.