La grevillea, también conocido como el árbol de fuego por su llamativa floración que se puede contemplar en el mes de mayo, por lo que se destaca como planta del mes del Jardín Botánico La Concepción, en donde puede verse en la Vuelta al Mundo en 80 Árboles.
Es un árbol perennifolio de porte más o menos cónico. Es el mayor del género Grevillea, en el que normalmente hay arbustos o pequeños arbolillos, de ahí el nombre de esta
especie, robusta.
El género se nombró en honor del botánico inglés del siglo XVIII Charles Francis Greville, uno de los fundadores de la Royal Horticultural Society.
Las flores se reúnen en unas inflorescencias grandes, de unos 15 cm, de tipo espiga erecta, con un color amarillo naranja que recuerda una llamarada.
Es un árbol de tronco recto y fuerte, con la corteza agrietada formando surcos verticales. Las hojas son alternas, de hasta 35 cm, pinnadas, con las pinnas a su vez profundamente lobuladas; son de color verde oscuro por el haz y plateadas por el envés, debido a que están cubiertas de unos pelillos sedosos.
Las flores son pequeñas y carecen de pétalos, con los tépalos del cáliz formando un tubo estrecho. Son muy nectaríferas, por lo que atraen a pájaros, abejas y pequeños marsupiales que colaboran en la polinización. El fruto es una cápsula coriácea con una o dos semillas, que van rodeadas de un ala membranosa para ser dispersadas por el viento.
En su zona de origen puede superar los 40 m de altura, y la mitad cuando es cultivada en otros lugares. Es nativa de las áreas costeras del sur de Queensland y el norte de Nueva Gales del Sur, aunque se ha naturalizado en otras partes de Australia y del mundo, llegando a ser invasora.
El árbol del fuego tiene un crecimiento rápido. Es usado como ornamental, tanto en jardines y avenidas como para planta de interior en maceta; con el inconveniente de que a algunas personas les puede producir dermatitis de contacto. Su madera es apreciada en ebanistería y para instrumentos musicales; su poder calorífico la ha hecho popular para leña y carbón.