Las mismas Escrituras nos advierten, que quien tiene
una viga en el ojo propio, no debería juzgar la paja en
el ojo ajeno.
Sin embargo, juzgar es una actitud inherente al ser humano.
Cuando conocemos a alguien nuevo, solemos emitir un juicio
de valor. Saber lo que pensamos sobre alguien, o algo,
nos proporciona seguridad, y nos permite guiar en origen,
el término «juzgar» proveniente del hebreo, significa
justamente» dirigir o guiar» nuestras reacciones.
Cuando calificamos a una persona de honesta o deshonesta,
de valiosa o despreciable, en realidad estamos diciendo la
forma en la que nos relacionamos con ella.
Juzgar nos proporciona la sensación, de que pisamos
terreno firme. Desde el momento que etiquetamos la
realidad, dejamos de observar lo que sucede, para
fijarnos solo en la etiqueta.