Lo que necesitamos de verdad, es un cambio radical
en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender
por nosotros mismos y, después, enseñar a los desesperados
que en realidad, no importa no esperar nada de la vida, que
es esta, la que espera algo de nosotros. Tenemos que dejar
de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en
su lugar, pensar en nosotros como seres a quienes la vida
inquiere continua e incesantemente. Nuestra contestación,
tiene que estar hecha no de palabras, ni tampoco de cierta
meditación, sino de una conducta y una actuación rectas.
En última instancia, vivir, significa asumir la responsabilidad
de controlar la respuesta correcta a los problemas que ello
plantea y cumplir las tareas que la vida asigna a cada
persona.