Jamás capturaremos la magia del aquí y ahora, si acudimos
al pasado, para lamentarnos de lo que no sucedió, o de lo
que hubiéramos deseado de otra forma. Tampoco lo lograremos,
si desplazamos la felicidad al futuro y la condicionamos a que se
cumplan nuestros deseos.
Una taza de café humeante, el sonido de la lluvia contra el
cristal de la ventana, la flor nueva que brota en nuestra
maceta, canciones que nos despiertan el alma, una sensación
algo olvidada que regresa a nosotros…cada momento, es un
catálogo de maravillas a nuestra disposición. Para disfrutar
de ellas, hay que sintonizar el tiempo presente, y aceptar el
mundo sin dividirlo entre lo bueno y lo malo. Dejando atrás
nuestros perjuicios y expectativas, la vida se nos revela
como un campo fértil, en el que todo puede ocurrir. «No es
bueno perder las flores del momento».