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Leo Messi se ha propuesto ganar todos los títulos y en ello está. El argentino aceptó el liderazgo del juego azulgrana para guiar al equipo a su quinta final de Copa consecutiva, bien secundado por todo el equipo. El Valencia metió pasión y talento, especialmente con Rodrigo, pero no tuvo acierto ni suerte.
La tensión copera hizo presa en el primer tiempo. Un gol azulgrana convertía la eliminatoria en un muro imposible, así que Marcelino diseñó un escenario que prestaba atención a los detalles. Con Parejo en el eje, le flanqueó con Coquelin y Kondogbia para liberar a Rodrigo. Gozó el delantero de libertad y lo agradeció convirtiéndose en la mejor baza para agitar Mestalla.
El Barça gobernó de inicio, con Messi descansado e Iniesta inspirado, asegurando la pelota aunque sin pisar el área contraria.Sin embargo, en la primera salida ordenada del Valencia cayó la primera ocasión clara, con la fórmula clásica: pelota a la izquierda, centro cerrado de Gayá y remate por anticipación de Rodrigo. Cabezazo extraordinario.Al larguero.
Tomó buena nota del aviso el Barça, que no se dejó intimidar con la caldera de Mestalla hirviendo. Messi se activó entre líneas, muy suelto para recibir, con Iniesta deslumbrante en todas las facetas.Robó, retuvo y sirvió, como en una acción por la izquierda que apuntaba a internada y se cortó en un pase filtrado a Suárez para dejarle solo ante el portero. No acertó en el control Lucho, mucho más moderado en las protestas que de costumbre. La amenaza de perderse la final con una amarilla obró el milagro.
Un tiro envenenado de Messi buscando el palo a la media hora fue lo mejor en ataque de los azulgranas, que rindieron a buen nivel sin balón. Piqué arriesgó con la lesión y corrigió algún apuro generado a la espalda de Umtiti. Zaza actuaba muy lejos del área, y Vietto apenas producía. Todo quedaba reducido a la inventiva de Rodrigo. Ah, y a los despistes de André Gomes. El portugués cometió un error de manual, servir en horizontal en la salida del equipo. Le robaron y a punto estuvo de sorprender Kondogbia, al borde del descanso. Por cierto, André, en el intento por taponar el remate, pudo pifiarla del todo al pisar al medio francés, que remató al lateral de la red.
Valverde enmendó el plan en el descanso. Aunque le faltan horas de vuelo, Coutinho ofrece mucho y muy distinto al juego azulgrana respecto a André. Verticalidad y velocidad, para empezar. Lo demostró a los cuatro minutos, buscando al lado contrario de Suárez para coronar la gran acción del uruguayo con un remate forzado y cruzado. Eliminatoria prácticamente decidida.
No atraviesa el Valencia su mejor momento de la temporada, ni mucho menos. Todo le va en contra. Acumulaba cinco derrotas cuando se lesionó Rodrigo, que pidió el cambio, y después cayó Garay, con las fibras quebradas por el esfuerzo. Con Guedes mermado, las mejores opciones de gol no tuvieron un premio merecido. El portugués originó la mejor, con centro al segundo palo, devolución de Soler y remate a bocajarro de Gayá. Gol o gol. Pero no. Cillessen metió una mano milagrosa y sacó lo imposible. Hasta el portero suplente rinde en este Barça.
La sentencia cayó por su propio peso. Luis Suárez sacó petróloeo en un error de Gabriel Paulista y demostró lo bueno que puede ser sin necesidad de pelearse con el mundo. Se fue en vertical y sirvió a Rakitic para el 0-2. Tiempo tuvo incluso el Barça para estrenar a Yerry Mina tras relevar a Piqué, impecable.
En la sala de máquinas, Messi disfrutó de la clasificación para la quinta final consecutiva azulgrana. Con una jerarquía notable. Y con todos los detalles a su favor. Los que dieron la espalda a un esforzado Valencia.
(Tomado de Marca)