A pesar de una carrera de setenta años sobre los escenarios, todavía no tiene claro cuándo dejará la profesión porque, como reconoce, «es lo único que sé hacer: actuar».
Una de sus compañeras de reparto, la zaragozana Ana Labordeta, nos lo presenta como un «mago» del teatro. Así es Héctor Alterio (Buenos Aires, Argentina, 1929), quien hoy está en Ceuta para poner en escena la obra «El Padre» de Florian Zeller pero con dirección y adaptación de José Carlos Plaza.
En una entrevista con EFE, sentado tranquilamente en uno de los sillones de su hotel esperando que llegue el momento de subirse a las tablas, Héctor Alterio encara una nueva función de su último trabajo, «El Padre».
«Llevamos 150 representaciones en casi dos años con una repercusión prácticamente igual en el sentido de que se recibe con emoción y entretenimiento gracias al talento de un joven francés -Florian Zeller- que creó una historia basada en una enfermedad tan terrible y angustiosa como el alzheimer», ha reflexionado.
El actor argentino ha contado que en «El Padre» «sufren más los que están alrededor que el enfermo en sí mismo y eso provoca una serie de situaciones, entre ellas de humor, lo que es un entretenimiento para el espectador y eso conforma una oferta que encuentra la respuesta fiel del público».
Por ello, ha valorado la acogida de los espectadores. «Prácticamente siempre llenamos, incluyendo auditorios donde la cantidad de gente ronda las 1.000 butacas. No queremos que eso sea una costumbre».
Ganador del Goya de Honor (2004) a la trayectoria profesional, nos desvela una de sus máximas: «una persona anónima que se moviliza de su casa para ir a la taquilla del teatro para comprar una entrada tiene que ver un estreno, es decir, tenemos que obviar que llevamos 150 representaciones de la misma obra porque esa es la magia del teatro que no tiene ni el cine ni la televisión».
«El teatro está vivo, me permite tener la certeza de que ese espectador verá un estreno» y por esta circunstancia, entre risas, se refiere a su fecha de caducidad: «no lo sé y por eso sigo ya que ocupo un lugar que me pertenece por derecho propio».
El actor, con varios reconocimientos a sus espaldas y padre de los también actores Ernesto y Malena, refiere a Efe: «Tengo 70 años de trabajo, empecé a los 15 años, a equivocarme y a ir descubriendo mi vocación. No tengo nada más, siempre he hecho esto y lo digo con total convicción y en base a mi experiencia».
¿Qué le hace a uno seguir ahí arriba en el escenario?: «Hago las cosas con alegría, con respeto y teniendo presente que no se vea una repetición en cada función sino un estreno, es decir, esa es la alerta que me mantiene vivo en el trabajo: movilizar al que pagó una entrada para que no se note que esa función la hice 160 veces».
No es muy amigo de dar consejos pero pide «respetar a uno mismo para respetar a los demás, tener permanentemente una luz que le advierte que hay un señor que necesita que lo entretengamos y que no se vean las repeticiones».
No obstante, sí reconoce que los actores con más años en el escenario suelen tener menos papeles. «Es cierto, ya que hay muchos compañeros que no pueden participar en proyectos porque los que ponen el dinero prefieren llamar a otros».
Afincado desde el año 1975 en España, se refiere a su tierra natal: «tengo una situación muy delicada porque me he olvidado ya de cómo forma el equipo del que era seguidor en Argentina, lo cual me procura una especie de angustia, pero contrarresto esos detalles con lo que me produce el Real Madrid».
En Ceuta actúa por segunda vez ante un publico que abarrota las 600 localidades del Teatro del Revellín y desea una «larga vida al teatro»
Vía: EFE