Es inevitable en el ser humano el crecimiento, los cambios, ser diferentes cada día… Sigmund Freud en Inhibición, síntoma y angustia nos describe la existencia de los miedos reales, los miedos morales, también interrelacionados con los miedos neuróticos.
Hay un miedo fundante del que hay que tener cierto grado de tolerancia para no permanecer anclado en ese instante, que se repite cada vez que vamos a dar un paso en nuestra vida.
A los deseos hay que incluir el trabajo necesario para alcanzarlos, y no hablamos de deseos a aquello que decimos que queremos realizar, el deseo se muestra en el acto, donde lo inconsciente se anuda de manera inherente. Los pasos necesarios para la consecución de metas, objetivos, no son sino palabras, las palabras necesarias que van a permitir nombrar una realidad para que pueda existir.
Hay quien vive como si el mañana fuera eterno, alargando proyectos, en ese halo de inmortalidad, o en su fantasía, sin comprometerse a nada e, incluso haciendo lo inconveniente para él o para ella. Conceptos como la culpa inconsciente puede llevar al castigo y a no tolerar los éxitos. La energía psíquica, la libido, es esa energía que necesitamos para poder llevar a cabo los cambios necesarios en cada uno de nosotros y que, en ocasiones, a través de los procesos neuróticos dificultan, inhiben, y llevan a la enfermedad, estancando esa energía y así no pudiendo ser utilizada en los procesos creativos, los proyectos, el encuentro con los otros, el amor, el trabajo…
¿De dónde provienen los miedos y las inseguridades? ¿Tienen que ver con la infancia? ¿Es posible tranformarlos?¿Cómo?
Descubre lo que el Psicoanálisis desvela acerca de los procesos de crecimiento y de cómo la transformación real de la persona ha de acontecer desde la complejidad real del ser humano, teniendo en cuenta el funcionamiento de nuestro psiquismo y del mayor descubrimiento psicoanalítico: el Inconsciente.
