Resulta curioso y sorprendente comprobar, como
entra con sigilo en nuestro cuarto de los recuerdos
las personas ausentes…
Las vivencias, pierden la fragancia que tiempo atrás
desprendían, y con el paso del tiempo, los recuerdos
acuden con menor frecuencia.
La tristeza se mitiga, y las lágrimas dejan de brotar,
tan solo lo hace, alguna que otra furtiva, hasta que
terminan secándose, a medida que se agota la fuente
que ocasiona el dolor.
Un velo, cubre la imagen en nuestra retina y la figura
termina difuminándose con el paisaje.
¡Colores nuevos, ayudan a distraer el alma en unión
de vivencias desconocidas!!.