Crónica del partido:
Leo no suele dejar cuentas pendientes. La eliminación del pasado año rondaba en la cabeza de Messi desde la pasada primavera, sobre todo por la superioridad de la Juve en los dos partidos. La orgullosa presentación del finalista de la Champions se fue por el sumidero en cuanto Leo lo decidió. No hay ningún otro futbolista capaz de gobernar un partido con esa superioridad.
Messi castigó el buen plan de la Juventus con el martillo de su pierna izquierda. En todo el primer tiempo fue más el equipo turinés en todas las líneas, desde la defensa, desactivando las conexiones con Suárez, a la delantera, con un buen puñado de remates que exigieron a Ter Stegen, pasando por el centro del campo.
Puede que sea esa la línea donde más y mejor se ha blindado el equipo de Allegri. Matuidi y Douglas Costa liberan la creatividad de Pjanic y Dybala ofreciendo trabajo y verticalidad. Esa fortaleza en la medular marcó la superioridad de la Juve en el juego, pero no en el marcador. Ahí, en lo que cuenta, el Barça juega con cartas marcadas.
A Messi le bastaron dos balones claros para convertir su primera diana a Buffon. En su primer intento, una falta al borde del área, buscó la picardía a ras de suelo pero Bentancur, en la barrera, se olió la tostada. En la segunda, al filo de la pausa, salió a campo abierto. Intentó Pjanic corregir corriendo como un poseso, pero no llegó. Por primera vez, se le escapó el 10 y convirtió con un tiro cruzado, mil veces visto, junto al poste, tras apoyarse en Suárez. Lo que se le escapó en los cuartos del pasado año entró en este.
La primera aparición de Dembélé en el once inicial ofreció un dibujo raro, con el francés en banda derecha y la izquierda liberada para Jordi Alba. Como Roberto Carlos en tiempos de Del Bosque. Ante el Espanyol funcionó muy bien, pero De Sciglio le cerró bien y además buscó las espaldas. Eso sí, el duelo en el otro carril fue una final de 100 metros lisos: Semedo y Dembélé frente a Douglas Costa y Alex Sandro.
El protagonismo de Messi creció desde el 1-0. Al poco de comenzar el segundo tiempo, y tras un aviso de Dybala desde dentro del área que rondó la escuadra, el 10 subió las revoluciones con un tremendo disparo lejano que devolvió el palo. Lanzado, Pjanic le abrazó para evitar una contra. Skomina cobró la falta pero se desentendió de amonestar al bosnio. Leo la pidió una, dos, tres veces y agarró al colegiado por el hombro. Skomina se revolvió y amonestó al argentino. “Es una mafia, la UEFA es una mafia”, cantó la gradería.
Enfurruñado, el 10 cerró el asunto. Enseñó a Dembelé cómo hacer daño por la derecha y resolvió Rakitic desde cerca. Y al final recogió el pase de Iniesta en la frontal, eludió a Alex Sandro y Barzagli y cruzó junto al palo. El resto sirvió para ratificar las buenas sensaciones de Semedo, la falta de ajuste de Dembélé y las lagunas de Dybala. A La Joya le falta para ceñirse la corona.
(Noticia en construcción)