Estaba el ruiseñor, descansando como de costumbre
en una caduca rama del legendario cedro, tratando
de componer con esmero, una serenata para su amada.
El inició su trino con júbilo, disfrutando con la ofrenda.
Mientras tanto, su amada compañera, le muestra su
precioso plumaje azulado sin rubor alguno, pues
reconocía, con que cariño se lo estaba brindando su
joven amante.
Al terminar el cortejo, y pletórico de regocijo, emprendió
el vuelo, con la finalidad de capturar con su pico, una
preciosa rosa roja que había divisado, para ofrecérsela
y de ese modo, sellar tan sublime amor!!