En el que representa el primer análisis de este tipo, un equipo de astrofísicos de la Universidad de Northwestern (EE. UU.) ha descubierto que hasta la mitad de la materia de nuestra galaxia, la Vía Láctea, puede provenir de galaxias lejanas. Como resultado, cada uno de nosotros podría estar hecho en parte de materia extragaláctica.
Esta conclusión se debe gracias a simulaciones de supercomputadoras que identificaron un nuevo fenómeno llamado transferencia intergaláctica, que podría ayudarnos a desvelar los secretos de cómo evolucionan las galaxias.
Las simulaciones muestran que las explosiones de supernova expulsan copiosas cantidades de gas de las galaxias, lo que hace que los átomos sean transportados de una galaxia a otra a través de potentes vientos galácticos.
“Dado que gran parte de la materia de la que estamos hechos puede haber venido de otras galaxias, podríamos considerarnos viajeros espaciales o inmigrantes extragalácticos. Es probable que gran parte de esa materia estuviera en otras galaxias antes de ser expulsada por un viento poderoso, que viajó a través del espacio intergaláctico y finalmente encontró su nuevo hogar en la Vía Láctea”, comenta Daniel Anglés-Alcázar, líder del estudio.
Las galaxias están muy separadas unas de otras, así que a pesar de que los vientos galácticos se propagan a varios cientos de kilómetros por segundo, este proceso se produjo durante varios miles de millones de años.
Para el estudio, los expertos desarrollaron sofisticadas simulaciones numéricas que produjeron modelos 3D realistas de galaxias desde la formación de una galaxia partiendo del Big Bang hasta nuestros días; algo que requeriría el equivalente de varios millones de horas de computación continua, cuantificando cómo las galaxias adquieren materia del universo.
Siguiendo en detalle los complejos flujos de materia en las simulaciones, el equipo de investigación encontró que el gas fluye de galaxias más pequeñas a galaxias más grandes, como la Vía Láctea, donde el gas forma estrellas. Esta transferencia de masa a través de los vientos galácticos puede representar hasta el 50% de la materia en las galaxias más grandes.
Lo sorprendente es que los vientos galácticos aportan más material del que pensábamos. “Es un nuevo modo de formación de la galaxia que no habíamos considerado antes. Hasta la mitad de los átomos que nos rodean -incluyendo en el sistema solar, en la Tierra y en cada uno de nosotros- no viene de nuestra propia galaxia, sino de otras galaxias, hasta un millón de años luz”, aclara Anglés-Alcázar.
Y es que ya sabíamos que el material puede moverse entre galaxias, pero no sabíamos cuánto.
Tras el Big Bang, hace 14.000 millones de años, el universo estaba lleno de un gas uniforme, sin estrellas, sin galaxias. Pero había pequeñas perturbaciones en el gas, y éstas comenzaron a crecer por la fuerza de la gravedad, formando finalmente estrellas y galaxias.
“Nuestros orígenes son mucho menos locales de lo que pensábamos. Este estudio nos da una idea de cómo las cosas que nos rodean están conectadas a objetos distantes en el cielo”, dijo Claude-André Faucher-Giguère, coautor del trabajo.
Los hallazgos abren una nueva línea de investigación para entender la formación de galaxias y ahora se puede probar la predicción de la transferencia intergaláctica. El equipo de Northwestern planea colaborar con astrónomos de observación que están trabajando con el Telescopio Espacial Hubble y observatorios en tierra para probar las predicciones de simulación.
(Con información de Muy Interesante)