Tenderle la mano a la desesperación,llevar la librea
llamativa de éste siglo mezquino, dejar que las manos
más viles, nos roben nuestro tesoro, aprisionando el alma
en las redes de una cabellera de mujer, y no ser más
que un mercenario de la fortuna, os juro que no es
una situación que nos guste lo más mínimo a la mayoría.
Todo ello. significa menos, que la ligera capa
de espuma jugueteando en la cresta de las olas,
menos que la cresta de un cardo desprendida de su
tallo.
Es conveniente, mantenerse apartado de esos deseos
necios, que intentan burlarse de nuestra vida sin
apenas conocernos…
Es preferible, un techo humilde levantado para
cobijar un alma buena, que otro, construido para
soportar el mal proceder y la maldad infinita.