La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien se había presentado como paladín contra la corrupción de Ignacio González, su antecesor en el cargo, está siendo víctima de su propio código ético.
Cifuentes denunció la corrupción del PP en el Canal de Isabel II y eso parece que la eximía de cualquier responsabilidad en el continuar de la corrupción del PP madrileño,
Ahora, la Guardia Civil sostiene que Cristina Cifuentes ha podido cometer delitos de cohecho, malversación y prevaricación continuada, al realizar «valoraciones arbitrarias» sobre la empresa de Arturo Fernández, privilegiado por el PP, entre otras muchas cosas, en la concesión de la cafetería y el comedor de la Asamblea de Madrid
Arturo Fernández, siempre presente en los casos de corrupcion madrileños, había dado 160.000 euros a Fundescam, la Fundación del PP cada vez que se acercaba una campaña electoral. Díaz Ferrán también dio dinero a esa Fundación, en la época de Ignacio Escolar. Ferrán se gastaba el dinero de las tarjetas black en los restaurantes de Arturo Fernández. El propio Fernández se gastaba dinero de las black en los restaurantes de sí mismo, caso de puro onanismo corrupto.
Ahora la UCO y la Guardia Civil, sostiene que Cifuentes adjudicó contratos ilegales a Arturo Fernández como miembro del Patronato de Fundescam; que se hicieron «valoraciones arbitrarias» para dar contratos a Arturo Fernández, y que Cifuentes participó en la financiación ilegal del PP de Madrid.
Si Cristina Cifuentes se aplicara su propia doctrina, según la cual los altos cargos deben dimitir si son imputados por corrupción, debería irse ya mismo. Aunque todos sabemos que no lo hará porque también está metida en una carrera en la que cada paso anticipa una ambición posterior y quiere ser algo más que presidenta de la Comunidad
Y esto no acaba aquí. La posición de Maza, de Moix y del propio Rafael Catalá, da para una tesis que explique no solo el milagro de los panes y los peces, también cómo se puede pasar de acusador, a abogado defensor de los corruptos por vocación.
Está claro, escribir sobre la corrupción del PP implica el riesgo de empezar a escribir el último caso de corrupción y cuando terminas el artículo ya hay un imputado más.