Porfirio se sienta y mira al horizonte mientras me habla casi susurrando:
–En la Tierra conviven distintas razas humanas: La más antigua es la de los absantes, semejantes a la homo sapiens; emigraron cuando se hundió la Atlántida. De ellos proceden el arte, la música, la escritura, las matemáticas, su símbolo es la pirámide. Otra raza procede de una evolución posterior, se llaman draconianos, viven en el subsuelo. Son reptiloides aunque os sugestionan para parecer semejantes, vibran a baja frecuencia y se alimentan de energías de baja vibración como el miedo o el odio; promueven guerras e inventaron el dinero para esclavizaros, su símbolo es la serpiente. Como te dije, nací en la Tierra; pero yo soy absante.
–¡Absante! Quiero saber más, en qué trabajáis…
–Para nosotros el trabajo es un hobby, y el mío siempre está relacionado con actividades creativas.
Porfirio fija su hipnotizante mirada en mis ojos y me transmite lo que creo que es amor.
–¿Qué piensas hacer conmigo? Si me has traído hasta aquí será por algo, ¿no?
–Yo soy como un nuevo Moisés, quiero ayudaros a ti y a los humanos de buena voluntad a sobrellevar lo que se avecina. ¿Me crees?
–Confío en ti, ¿pero qué es lo que se avecina?
-En unos años se descubrirá un nuevo planeta en vuestro sistema solar que pondrá al mundo en jaque.
-¿Un nuevo planeta?
–Hay muchos en nuestra galaxia, aún vuestros científicos no han podido confirmarlo, pero en breve determinarán sus órbitas. Se está avanzando en técnicas para la investigación del universo y en el futuro se comprobará que existen. Pululan cientos de millones de estrellas en nuestra Vía Láctea, y hay billones de galaxias. Si el Sistema Solar tiene nueve planetas, ¡imagina cuántos puede haber en el universo! Y numerosos aptos para la vida, en Marte la hubo, y eso sin salir de vuestro vecindario. Tengo muchas cosas que contarte respecto al secreto 3666, ¿podrás soportarlo?
Porfirio se tumba extendiendo los brazos y acaricia la superficie gelatinosa. Me coge del brazo y me acerca a su lado, siento como si estuviera en un colchón mullido. Un inmenso arco iris va cubriendo el cielo. Es lo más hermoso que he visto nunca. Apoyo mi cabeza en su pecho mientras oigo sus intensos latidos como si una fuente bombease agua en mi cabeza. Me siento fortalecida. Pienso en todo lo que he vivido y con una sonrisa irónica le respondo:
–Creo que podré soportarlo, cuéntame, ¿qué ocurrirá con ese planeta?