Por Claudie Baudoin
No se agita un hombre solo; se agita todo un pueblo.
Este no es el grito de rabia de unos pocos; es el clamor de un pueblo.
Esto no es una fiesta; es un movimiento ciudadano.
No se trata un programa político; se trata de un proyecto social.
No se trata de un surgimiento puntual; se trata de un proceso.
No se trata de un truco publicitario; se trata de una gran ola de la historia.
No se trata de una mirada local; se trata de la mirada global.
No se trata de un sueño; se trata de un trabajo a realizar.
No se trata de algo temporal; se trata de algo a largo plazo.
No se trata de la eficiencia; se trata de la inteligencia.
No se trata de cálculos; se trata de la benevolencia.
No se trata de ultra liberalismo; se trata, finalmente, del ser humano.
Mientras que la campaña electoral para la presidencia de la República está en pleno auge en Francia y la primera ronda llega a su fin, los medios de comunicación (de los cuales el 90% son pagados por el poder militar-industrial) se desatan y estancan en análisis superficiales y escabrosos, recurriendo a la polémica y a los artificios más groseros. ¿Cree usted que puede pasarse por alto tal fenómeno que está tomando forma organizada?
La Francia Insoumise[1], F.I. o símbolo Phi adoptado para representar una parte de la sabiduría, por otra parte, la proporción áurea, garantizando la armonía, aporta de manera exponencial. A la última reunión en Toulouse con su portavoz, y por lo tanto el candidato presidencial Jean-Luc Mélenchon, 70.000 personas asistieron, y 40.000 personas siguieron el evento en Youtube. Este hombre tuvo la inteligencia para escuchar a la gente alrededor suyo, para considerar a todos los actores de la sociedad y entender que el futuro pertenece a la generación más joven. De este modo, alrededor de él convergen representantes de las más finas habilidades en todas las áreas de la actividad humana (que ponen su experiencia a la construcción y preparación del programa) y los más audaces jóvenes técnicos que vierten los elementos del programa en las redes sociales y los medios de comunicación alternativos y rebelde y en la Internet. Él también se ha mantenido independiente de la gran comedia de los medios de comunicación, que también lo evita. A medida que sube en las encuestas y trae aún a más gente, no sólo que asisten a estas reuniones, a enormes encuentros sociales, debates, sino también a militantes de todas las edades, de todos los tipos, y que todos son invitados a estudiar el programa, a reflexionar, a votar “a favor” o “en contra”, el miedo gana a los dueños del poder económico y político. Y la estrategia es, entonces, hacer creer a los demás que se trata de una persona peligrosa.
De hecho, no podemos estar más de acuerdo. Pero es necesario aclarar quién (o qué) es el peligroso y para quién. No es el hombre el que es peligroso, sino el hecho de que él es el portavoz de una multitud. Y esta gente, que ahora lo sigue, no es una multitud embriagada. Hay una fuerza increíble de propuestas, un gran ingenio, una extraordinaria capacidad de trabajo, un reflejo del crisol, un afán de aprender y conocer. Pero lo más interesante es que oímos el eco mil veces reflejado del deseo de cambio, de esperanza, de la poesía, de la benevolencia, en pocas palabras, de la inspiración.
Al mismo tiempo que estas personas se inspiran, van inspirando a otros. Alrededor de ellos, en su entorno inmediato; pero ya van produciendo inspiración más allá de las fronteras nacionales. Entonces, ¿peligroso para quién? Para aquellos que tienen que doblegarse a la gente y a la historia, para todos aquellos que ponen sus indecentes ganancias personales como el interés central, para todos aquellos para quienes la vida humana no cuenta, para los que se creen superiores a otros seres humanos.
Este señor Mélenchon, nacido de familia modesta, con un recorrido político no exento de errores, los que ha reconocido, aprende de sus procesos y de los otros. Es alguien cultivado, brillante, con una capacidad oratoria poco común. Pero sobre todo es correcto y justo. Se le oye, se le siente. Y percibimos aquello en su interior y que es más esperanzador: su bondad.
Los que somos humanistas universalistas, tenemos bien desplegadas nuestras antenas, la mirada bien dirigida principalmente hacia los procesos evolutivos, y luego hacia el organismo que pueda servir como vehículo. Nuestra responsabilidad es apoyar los nuevos paradigmas en construcción que forman parte de esta dirección evolutiva. Cuando la humanidad parece quedarse con la escalada de provocaciones (Corea, Siria, Afganistán) y pasa a la acción de lanzar bombas fuera de cualquier legalidad y legitimidad internacional, la elección del presidente francés, importante potencia nuclear y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, con poder de veto… no es una anécdota.
Muchos son los siloistas humanistas que han tomada una posición clara y de cooperación con “Francia Insoumise”, con su programa “futuro común” o con los folletos temáticos, tanto de las propuestas como de las herramientas de información.
En este programa se habla de abolir los privilegios (Nuevo impuesto a 14 tramos, etc.), de la participación popular (Asamblea Constituyente para la Vida República, revocación de personas electas en caso de incumplimiento de las promesas), de las libertades personales y los derechos humanos para todos (educación, salud, vivienda, libertad de conciencia), de una república universal, (igualdad para todos, cooperación con los países vecinos), de la ciudadanía en las empresas (nuevos derechos de control a los comités de las empresas sobre las finanzas de sus empresas), de la transición ecológica (cambio en los métodos de producción, proyecto de economía del mar), de controlar las finanzas (renegociación de los tratados usurarios que asfixian a los países de las regiones), de promover la economía cooperativa, de erradicar la pobreza (incremento del salario mínimo, implementación de los programas sociales, aumento de las pensiones), y se habla de “¡preparar la paz con las herramientas de paz!”. 130 economistas de diversos países han formado un comité para apoyar su programa y dar fe de su posible realización.
El martes 18, combinando la audacia de la competencia en las nuevas tecnologías del talentoso joven equipo de “Francia Insoumise”, el candidato Mélenchon causó sueños de ubicuidad al dirigirse físicamente a decenas de miles de personas en Dijon, mediante la proyección de su holograma en otras 6 ciudades en Francia. 35000 personas se reunieron y siguieron las dos horas de su discurso y 50.000 más lo siguieron en Youtube.
Él exhorta a una y otra vez a lo que “los disgustados no dejen lugar a los desagradables” y para lograrlo, él invita a leer el programa, a convencerse de los puntos fundamentales, a preguntarse en conciencia, a despertar nuestras aspiraciones. Se trata de tomar el control, de unirse para construir, para volver a creer, para afirmar nuestros valores humanistas en este mundo, antes que lo perdamos.
Cualesquiera que sean los resultados de 23 de abril, algo ha nacido, luego de una larga espera, y se ha manifestado en este efecto de demostración. ¿Serán los vientos de grandes cambios?
« L’avenir en Commun », Editions Seuil. Disponible totalmente gratuito en internet www.laec.fr – page 15. https://avenirencommun.fr/livrets-thematiques/
[1] Francia Rebelde (N. del T.)