El pasado día, acordé visitarte, al llegar a tu casa,
comprobé que te habías ausentado hacía escaso
tiempo, en el aire aún perduraba tu aroma.
Al llegar a casa, situándome frente al espejo, me
habló con voz susurrante, -adoptando la tarea de
confesor- y me dijo: Regresa de nuevo a su casa,
no dejes perder a esa mujer, ella te entiende y
quiere de forma desinteresada…
Deja de alentar vaguedades, olvida y desiste del
orgullo, no es bueno para mantener una buena
relación.
Intenta compartir más momentos con ella, y deja
que el cielo se ciña sobre vuestras cabezas.
Recuerda, que el primer beso, no se da con la boca
sino con la mirada.
¡De ello, puedo dar fe, como buen espejo que soy!!.