Donald Trump ha prometido ayudar a la clase obrera estadounidense, darle trabajo, devolverle su orgullo y rescatarla de las «elites». Ayudar a este «hombre olvidado», mayoritariamente blanco, que ya no se reconoce en un país cada vez más globalizado y más étnico.
Pero las medidas que el presidente millonario ha anunciado estos últimos días podrían perjudicar seriamente al electorado que más ha confiado en sus promesas. Medidas que afectan a los sectores y a las regiones más desfavorecidas de Estados Unidos donde se ha concentrado el voto que ha llevado a Trump a la Casa Blanca.
El ansia de Trump y de sus ideólogos por desvertebrar el gobierno federal y «desmantelar el estado administrativo» va a cobrarse muchas víctimas.
El plan de salud presentado por los republicanos podría dejar sin cobertura médica a 24 millones de personas en los próximos diez años, y los recortes sociales en los presupuestos presentados por el gobierno van a eliminar o recortar programas de ayuda destinados a los más desatendidos.
Paradójicamente muchos de ellos han votado a Trump.
The Washington Post ha revelado una correlación interesante basada en un amplísimo estudio de la Kaiser Familiy Foundation (una organización sin ánimo de lucro que estudia temas de salud en Estados Unidos). Resulta que los 25 condados que más votaron por Trump (95% de sus votantes) tendrán que pagar más –en algunos casos hasta 3.000 dólares al año- por su cobertura médica con el plan de los republicanos.
En el caos que surgió tras la presentación del plan, un representante republicano de Utah, Jason Chaffetz, echó más leña al fuego al afirmar que la gente debía «invertir en su seguro médico» en vez de gastarse el dinero «en un nuevo iPhone». Declaraciones que reabrieron el eterno debate entre demócratas y conservadores sobre si los más pobres deben o no recibir ayudas del Estado.
El gobierno prevé eliminar programas que subvencionan la calefacción de viviendas sociales (unos 3.000 millones de dólares al año) o que permiten el acceso a la vivienda para los que no tienen (otros 3.000 millones).
También quiere prescindir de una serie de ayudas regionales (175 millones de dólares anuales) que cubren un corredor que va desde el delta del Misisipi, pasando por los Apalaches, hasta llegar al estado de Maine, a la frontera con Canadá, zonas rurales donde hay grandes bolsas de pobreza y donde viven 37 millones de personas. En estas regiones más desfavorecidas Trump ha prometido crear empleo.
De momento su programa no afecta a la ayuda alimentaria que recibe uno de cada siete estadounidenses (algo más de 44 millones de personas) los famosos «food stamps» (los vales de comida) en los que el gobierno se gastó 70.900 millones de dólares en 2016.
« Me encanta la gente con pocos estudios. Somos los más listo y los más leales» gritaba Trump en febrero de 2016 en un mitin en Las Vegas, cuando todavía luchaba por la nominación. Listos quizás ¿Leales? Cuando se empiecen a aplicar las medidas de su gobierno ya se verá.