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Microrrelatos

Absenta Capítulo 3. Libertad

Libertad se enrolla un tirabuzón en un dedo, mira fijamente a Porfirio y asiente.
–Adriana, mi padre y yo somos parte de una ONG llamada Solidaridad con sede en Absenta. Vosotros aún no habéis descubierto este mundo pero desde allí organizamos una revolución pacífica por vuestra libertad. La Historia no es lineal como piensan por aquí; igual que las estaciones del año, en la tercera dimensión se suceden épocas que vuelven a repetirse pero no necesariamente como un libro escrito inmutable, sino con distintas versiones. Igual que los planetas giran alrededor de su estrella, el tiempo gira en torno a la vida. La Tierra pronto acabará un ciclo, y es un momento decisivo para cambiar la Historia.
Miro a Porfirio pensando que Libertad está loca de remate, él meneando la cabeza gira un índice en la sien. –De vez en cuando se le va la olla. Te recomiendo que le sigas la corriente –me susurra.
Ella cierra los ojos como si fuera una medium. –Voy a decirte lo que mi padre me dicta telepáticamente: “Nos entristece ver el sufrimiento de la gente en la Tierra por culpa de una élite que solo acepta las relaciones de siervo y señor; por su forma de entender la vida, en su propio beneficio, necesita manteneros en la ignorancia. Os permiten conocimientos técnicos, pero invierten en armas para destruiros, a la vez que se centran en alimentar el miedo. Podrían lograrse medios para acabar con el hambre, el paro, las enfermedades, pero no les conviene. Solidaridad es la sociedad que gobierna la mayoría de planetas aliados de los mundos conocidos, creemos que el amor es la fuerza más poderosa del universo y deseamos ayudaros. Solidaridad Galáctica convocará elecciones para libraros de la opresión a la que estáis sometidos en la Tierra. Ya estamos en campaña y antes de que acabe el ciclo actual trataremos de conseguir un apoyo democrático de este mundo, en cuanto obtengamos la mayoría de consentimientos de seres humanos que nos llegarán de modo telepático… –Libertad se toca con las yemas de los dedos las sienes y abre los ojos– los humanos formaréis parte de nuestra familia, como nuestros hermanos”.
Me quedo sin aliento y pienso que se trata de una broma pesada, miro el reloj.
–Muy divertido, pero tengo que marcharme. ¿Has pensado en ser actriz?
–Adriana, podríamos manipularos, pero no queremos imponer nada. Porfirio lo niega para no asustarte. Somos una raza ranoide evolucionada. Las ranas tienen tercer párpado para proteger los ojos. Yo lo tengo –parpadea, veo las membranas y siento un escalofrío.
–Tienes que perdonarla, a veces se le aflojan las tuercas, lo que tiene es una membrana epimacular congénita –me explica Porfirio.
–Adriana, mi padre no quiere causarte un trauma. ¿Sabes por qué me llamo Libertad?
–¿Por la estatua? –suelto una carcajada, me levanto ansiosa por marcharme.
–Exacto, por la estatua de la Libertad; es el logo de nuestra organización –coge el tenedor, lo dobla por el mango como si fuera plastilina, vuelve a tocarlo y tras enderezarlo lo deja sobre la mesa.
–Cada vez los hacen más endebles… –dice Porfirio.
Cojo el tenedor e intento hacer lo mismo, pero soy incapaz de doblarlo ni un milímetro.
–En los próximos decenios la Tierra va a atravesar una etapa de gran violencia a la que podréis hacer frente desde el miedo y el inmovilismo, o desde la solidaridad y la acción. Hasta ahora las civilizaciones se han sucedido unas a otras a partir de las ruinas de la anterior, pero eso no significa que necesariamente tenga que ser así siempre. No contamos con mucho tiempo ya, pero si conseguimos vuestro consentimiento podremos intervenir y ayudaros. Tú decides, Adriana, cuando tengas una respuesta solo tendrás que pensarlo y la habremos recibido.
No sé qué creer, si está loca o me toma el pelo, estoy ansiosa por irme de aquí. Me despido de ellos y corro a la salida pensando que no vuelvo al taller.
–¡Espera, déjame que te lo explique! –me grita Porfirio y me agarra del brazo– Tiene un defecto en los ojos y es esquizofrénica.
–Perdóname pero cuando vi lo que hacía con el tenedor, casi me lo trago. ¡Qué tonta!
–No eres la primera que lo cree… Entonces, ¿harás un hueco y vendrás a la presentación del libro?
–Me encantaría.
Me abre la puerta del taxi, en la radio suena We are the world.

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