Me dispongo a firmar el fin de un sueño profesional que había llegado hacía poco, pero me había cambiado la vida. Tras licenciarme en Periodismo y hacer mis primeras incursiones en el mundo laboral, decidí por varias razones (entre las que se pueden citar la precariedad, la censura, los intereses personales y empresariales…) empezar a formarme en materia educativa. Era una vieja vocación que había dejado aparcada, pero perfectamente compatible con los estudios que había cursado hasta el momento. Así que cambié la pluma por la tiza y como miles de licenciados de este país estudié el Máster de profesorado, el MAES (antiguo CAP).
No pensé que fueran a llamarme de ningún centro privado – concertado, carecía de experiencia en este ámbito laboral, pero mi suerte cambió y recibí una llamada de una cooperativa en un barrio de Sevilla. Contra todo pronóstico pasé la entrevista y al día siguiente era la nueva «seño» de lengua del centro.
Fueron casi dos meses maravillosos en los que aprendí, a marchas forzadas, el oficio de mis padres, en los que me dejé la piel (y algunos kilos) por ser la mejor «seño» que esos jóvenes pudieran tener.
Pero aquí me encuentro, a apenas una hora de firmar mi finiquito. Todo se estaba desarrollando muy satisfactoriamente, hasta que un inspector de educación se cruzó en mi vida. «Según la Ley los licenciados en Periodismo no podéis ejercer como profesores de lengua», «Periodismo no es una carrera de Humanidades, lo siento».
Esta es la triste realidad y quiero que todo el mundo lo sepa, los periodistas, a los que la Consejería de Educación nos abre las puertas del Máster de profesorado para estudiar SOLO la especialidad en lengua y literatura (previo pago de unos 1.000 euros), NO PODEMOS EJERCER COMO PROFESORES DE LENGUA EN LA CONCERTADA. Conozco casos de periodistas – profesores con más de 10 años de experiencia que están siendo despedidos sin oportunidad de rechiste.
por Rosa MA