Embelesado estoy, escuchando el rumor que viene de esas
rocas negras y verdes que rompen el envite del oleaje en la
bocana del puerto. En el aire, flota aroma de sal y yodo…
Se, que no soy duende, tampoco entiendo de sortilegios y
milagrerías, pero seguiré a la espera de ver llegar la lluvia
tan necesaria carente de quebrantos.
Seguiré junto al mar de día, y por las noches, me impregnaré
del aroma de azahar y jazmín del barrio donde resido, hasta
que decidas regresar, como hacen las aves migratorias…
No se, si podré dormirme ne compañía de la noche joven,
lo intentaré, haciéndolo en silencio al amparo de la sombra.