Hubo un momento en que Luis Enrique Martínez, quien sabe si quería destensar, quien sabe si pretendía subir su apuesta en el reto, soltó una carcajada. «Qué bonito, ¿eh?». Le estaban preguntando en la sala de prensa de la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí por la progresiva pérdida de confianza de su vestuario. Realidad desnudada después de esa derrota continental en París (4-0) que, a ojos tanto del gobierno de la entidad como del capataz del banquillo, nada cambia.
Concluye Luis Enrique su contrato el próximo 30 de junio. El Barcelona no tiene previsto por ahora movimiento alguno, por lo que la oferta de renovación a su entrenador sigue en pie. Sin embargo, en la entidad tienen claro que el asturiano se pronunciará en las próximas fechas. Aunque nunca antes del encuentro de vuelta frente al PSG del próximo 8 de marzo. El entrenador azulgrana, que había rechazado durante toda la temporada pronunciarse respecto a su futuro laboral, sí afrontó esta vez la cuestión. Y lo hizo para dejar claro, primero, que aún no ha tomado una decisión; y segundo, que ésta no estará condicionada por la debacle parisina. Es momento para la indefinición. «Lo que ha pasado y pueda pasar a partir de ahora no tendrá nada que ver con lo que decida».
Los próximos cuatro partidos de Liga (Leganés, Atlético, Sporting y Celta) previos al enfrentamiento de vuelta de los octavos de final de la Champions medirán la capacidad de tregua tanto en el vestuario como en los despachos. Para ello, Luis Enrique, siempre vitoreado por la Grada de Animación del Camp Nou, tendrá que encontrar remedio a esa presión avanzada con la que los rivales han castigado a su equipo últimamente. «Hay una tendencia en los últimos meses de apretarnos más. Es cierto que no estamos encontrando soluciones», admitió el asturiano, que se quejó del escaso tiempo del que dispone. «No tenemos suficientes sesiones de entrenamiento. Hemos variado cosas. Quizá no se aprecian ahora. Pero confío en mejorar».
El Leganés, rival hoy en el Camp Nou, un equipo que no gana un partido de Liga desde hace casi tres meses (21 de noviembre) y que ya olisquea la zona de descenso, jugará en el estadio barcelonista sin que se haya reparado en su presencia.
Sí asegura haberlo hecho Luis Enrique. Tiempo habrá tenido el entrenador de examinar a ese impredecible Leganés -hasta siete fichajes en el mercado invernal- después de asegurar que no se acerca «a una televisión o a una radio ni borracho». Para el asturiano, que tendrá que buscar relevo al sancionado Sergio Busquets -Rakitic oposita a ello- tampoco es momento para la contrición. «Mi trabajo me avala. A quien le guste, bien. A quien no, también».
(Tomado de El Mundo)