Las leves mejoras de los indicadores económicos de la Eurozona se han visto ensombrecidas por el súbito agravamiento de la crisis de Grecia y por la amenaza de la candidata presidencial ultraderechista francesa Marine Le Pen, quien está considerando convertir alrededor del 80% de la deuda pública de Francia en francos franceses si llega al poder.
En un contexto signado por un ciclo electoral extendido y crucial en el Viejo Continente en los próximos meses, los choques entre el Fondo Monetario Internacional (FMI), de un lado, y los países acreedores agrupados tras el Banco Central Europeo (BCE) y la Unión Europea (UE) respecto a Grecia, están alterando los mercados.
Pero la aparición en escena de Le Pen ha preocupado aún más a la clase política y a los inversores europeos, ya que la sola posibilidad de que un eventual gobierno del segundo mayor socio de la UE se plantease el desconocimiento de la deuda nacional, estremece al conjunto del continente.
De acuerdo con las declaraciones del Jefe de Estrategia del Frente Nacional (FN) francés, David Rachline, alrededor de 1,7 billones de euros de deuda pública de Francia podrían pasar a estar denominados en los desaparecidos francos franceses si el partido de su líder Le Pen llega al Palacio del Elíseo tras las presidenciales de mayo-junio.
Según Rachline, apenas el 20% de la deuda total de Francia «está bajo ley internacional, así que para el resto (de esa deuda) tenemos el derecho de cambiar de moneda (de denominación)».
Demás está decir que la puesta en práctica de esta idea significaría, lisa y llanamente, la mayor suspensión de pagos o ‘default’ de la historia moderna, casi diez veces más que los 200.000 millones de euros de la deuda griega reestructurada.
Esto conduciría de manera directa a una catástrofe financiera no sólo a escala europea sino a escala mundial y marcaría el final de la moneda única que comenzó a circular el 1 de enero de 2002.
Al igual que en el caso de Donald Trump y su campaña antiglobalización, estas primeras definiciones agresivas de la ultraderecha francesa hacen que los analistas se planteen si se trata de propuestas reales o de globos-sonda lanzados por el FN de cara a las elecciones presidenciales.
Con una deuda griega que está pagando rendimientos superiores al 10%, producto del conflicto entre la «troika» del FMI, el BCE y la UE sobre las condiciones impuestas a Atenas para el pago de sus obligaciones, el anuncio de Le Pen está metiendo presión en el calendario electoral europeo.
En Holanda, donde el candidato de la derecha antiislámica Geert Wilders marcha primero en la intención de voto para los comicios de marzo, las definiciones del Frente Nacional han sido bienvenidas por sus partidarios ya que refuerzan el espíritu antieuropeísta de esa fuerza ascendente.
En Francia, la primera vuelta de las presidenciales se celebrará en mayo y Le Pen marcha al frente de las encuestas, aunque escasas posibilidades de triunfar en la segunda ronda, aunque la crisis de la derecha tradicional, por las acusaciones de corrupción contra su candidato Francois Fillon, ha comenzado a despertar temores en los mercados.
En Alemania, por el contrario, donde las generales tendrán lugar en septiembre, la coalición conservadora de la canciller Angela Merkel parece estar retrocediendo frente a una coalición centroizquierdista encabezada por por el Partido Socialdemócrata, una tendencia que también pone nerviosos a los inversores.