Museo de Arte Contemporáneo José María Moreno Galván (La Puebla de Cazalla –Sevilla-).
Buenos días. Bienvenidos al Museo de Arte Contemporáneo José María Moreno Galván, donde tenemos hoy en La Puebla la suerte de contar entre nosotros con el artista plástico Patricio Cabrera. Una doble suerte porque inauguramos hoy su extraordinaria exposición “Aquí hay dragones”, y porque además será él el encargado de abrir la nueva temporada del Ciclo Conversaciones sobre Arte Contemporáneo, que organizamos conjuntamente el Taller de Artes Plásticas de Gema Atoche y la Concejalía de Cultura del Ayto. de La Puebla de Cazalla. Este ciclo, como sabéis, se inició el pasado año y desde entonces han pasado por él artistas de la talla de Jorge Gallego, Alegría y Piñero, Miguel Ángel Moreno Carretero, Eduardo Alvarado o Antonio Barahona. Artistas con los cuales hemos tenido la oportunidad de conversar sobre su quehacer artístico y de compartir en vivo diálogo las inquietudes, desvelos, dudas y cuestionamientos que rodean a las prácticas artísticas en nuestro tiempo.
Patricio Cabrera (Gines -Sevilla-, 1958) inició su carrera en los años 80, compaginando el desarrollo de su quehacer artístico con la docencia de las materias de dibujo y artes plásticas para Educación Secundaria. Ambas tareas las ha desarrollado en diferentes ciudades y países, de Nueva York a Roma, de Marruecos a Brasil, y de Almería a Gines, donde actualmente tiene su estudio. Tales viajes y estancias juegan un papel central en el proyecto artístico de Patricio Cabrera, inseparable de la idea de camino, de búsqueda, de cambios de lugar. Especialmente prolífico para su trayectoria como pintor fue su paso por Nueva York a finales de los 80, donde compartió estudio en Brooklyn con los artistas Tom Ottener, Richard Bosman y Ted Warner. Sobre aquella experiencia, relata él mismo: “Allí me sentí libre. Como nadie me conocía, pinté lo que realmente me apetecía. Yo nunca he querido destacar. Por eso Nueva York me vino tan bien para organizarme mentalmente, ganar confianza y atreverme a ser yo mismo.” Asimismo, hay que destacar sus recientes estancias en Brasil, en el entorno de los lagos de Maricá, dentro el estado de Río de Janeiro. Allí, su proyecto artístico ha prolongado ese itinerario marcado por la invitación al viaje y al descubrimiento, y por la liberación de la imaginación y la fantasía que propician los constantes cambios de lugar.
Resultado de todo ello han sido sus innumerables exposiciones individuales y colectivas en ciudades como Los Ángeles, Nueva York, Roma, Venecia, Madrid, París… Asimismo, obras de Patricio Cabrera estén presentes en colecciones tan importantes como la de Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla o la Fundación La Caixa, entre otras, lo cual da testimonio de su temprana incorporación a los circuitos artísticos de primer nivel.
Por otra parte, en el proyecto artístico de Patricio Cabrera se puede observar la huella de algunas de las corrientes artísticas centrales en el siglo XX. Por un lado, del surrealismo y el fauvismo, en la presencia de lo onírico y en la rotundidad de su uso del color. Por otro lado, del op art, la abstracción geométrica y del pop art, como podemos apreciar en los juegos de percepción visual y en los destellos geométricos a que nos invitan muchas de sus obras, y en la presencia en las mismas de elementos de la cultura popular y la cultura de masas.
Más allá de estas referencias, que nos pueden servir para situar al artista, Patricio Cabrera deja un sello inconfundible, personal, propio en cada una de sus obras, lo que facilita que podamos reconocerlas a poco que conozcamos su trayectoria. Esto se debe, a mi juicio, a la voluntad del artista de poblar sus obras con lo que de su particular mirada quedó como poso en el recuerdo, y a su capacidad para traducir una memoria personal e íntima al lenguaje de las sensaciones y del sueño.
Además del uso liberador del color, otra de las cualidades características de Patricio Cabrera es su manejo en el dibujo. No en vano, como antes mencionábamos, ha sido durante años profesor de dibujo en Educación Secundaria. El dibujo se convierte así en el principio organizador de sus obras, en su llave para dominar el espacio, en quien dispone el orden al que luego el color se pliega.
Pero si hay un elemento sobresaliente en la pintura de Patricio Cabrera es la presencia de la naturaleza, de una naturaleza subjetivizada, que responde a aquella fórmula del filósofo francés Amiel cuando nos hablaba de “hacer del paisaje un estado del alma”, es decir, una estado de la conciencia y del inconsciente, a través de su proyección plástica. En esta línea, al igual que los pintores románticos de Alemania y el norte de Europa del XIX, Patricio Cabrera persigue una ligazón entre lo natural, lo humano y lo divino, rompiendo las barreras entre lo sagrado y lo profano. Y es que una de las aspiraciones que se adivina en su pintura es su voluntad de romper barreras, diques, muros; algo necesario en este tiempo en que desde los dictados del capital vuelven a imponerse las fronteras, cuando precisamente a lo que nos debería invitar el mundo globalizado es a abrirlas de una vez.
Todo ello nos conduce a pensar que en la obra de Patricio Cabrera late un importante elemento reflexivo, lo cual explica que sus cuadros requieran una mirada paciente, serena, lenta, capaz de esperar el asalto de aquellos elementos que se escapan a la mirada fugaz. Ahí reside, a mi juicio, gran parte del valor de su propuesta artística, en la detención a que nos invita la contemplación de una obra suya y en el poso que nos deja el pasar por una exposición de Patricio Cabrera.
En cuanto a la exposición “Aquí hay dragones”, se trata de una iniciativa de la Diputación Provincial de Sevilla, que se inauguró a comienzos de este mismo año en la Casa de la Provincia, y cuyo comisariado ha estado a cargo de José Yñiguez y Margarita Ruiz Acal. La exposición consiste en una muestra retrospectiva de su obra, con dibujos y pinturas datados en 1985 y 2015, si bien con especial protagonismo de sus creaciones más recientes.
“Aquí hay dragones” nos lleva a paisajes inexplorados, salvajes, indómitos, a los bajos fondo del subconsciente, donde habitan lo fantástico y lo imaginario, la naturaleza y la cultura popular. Ahí, entre otras cosas, está la visible huella del surrealismo en Patricio Cabrera. Ahí y en su voluntad de disolver la identidad al principio del placer, como sugiere José Yñiguez en el texto de la exposición.
En suma, creo que tenemos una gran suerte por poder contar con Patricio Cabrera hoy aquí y confío en que sabremos aprovechar, tanto el tiempo que nos brindará a continuación para conversar sobre su proyecto artístico, como el lujo de que sus obras pueblen durante seis semanas las paredes de este magnífico Museo de nuestro pueblo, con sus dragones al acecho.
MIGUEL ÁNGEL RIVERO