Podemos, IU, Equo, confluencias, comunes, Anova, ICV, EUiA, independientes, inclasificables y alguno basculante. 67 diputados de distintas tradiciones, con diferentes visiones e innumerables aspiraciones conviven en el grupo confederal Unidos Podemos-En Comú-En Marea en el Congreso de los Diputados.
La sensación de incertidumbre de la fallida legislatura salida de las elecciones del 20D ha dejado paso, tras la investidura de Mariano Rajoy, a otra más cercana al desasosiego. Los engranajes del grupo no acaban de encajar ni de girar a la misma velocidad. Las asimetrías entre las confluencias y las divergencias internas en Podemos, núcleo del conjunto, han creado malestar y encendido algunas alarmas. Y han empujado a los representantes electos del partido que lidera Pablo Iglesias a conjurarse para arrancar 2017 a la ofensiva.
El jueves la dirección de Podemos reunió a sus diputados, solo a sus diputados, en el Congreso. A los propios y también a los de Podemos de En Comú y En Marea. A la cita acudieron también los tres representantes de Equo. La convocatoria no era pública pero una información de El Periódico de Catalunya la desveló. A media mañana, Podemos informó de la reunión.
Como tantas veces ocurre, las expectativas no se vieron cumplidas. Distintas fuentes consultadas por eldiario.es aseguran que el tono de la reunión fue bueno y el contenido, constructivo. La cita estuvo dirigida por la secretaria del grupo, Carolina Bescansa, y tuvo un «carácter técnico». Junto a ella, el portavoz, Íñigo Errejón, y la adjunta, Irene Montero.
Pablo Iglesias se ausentó este jueves del Congreso para centrarse en labores como secretario general del partido, según explicaron en su momento desde su equipo: llamadas pendientes, conversaciones con miembros de su dirección y otras personas y preparación de sus programas de televisión ( La Tuerka y Fort Apache).
«Se hizo una exposición de cosas a mejorar», aseguran personas que estuvieron presentes. Un debate «cordial y constructivo», basado en «propuestas» y no en críticas. El ambiente, según relatan los asistentes, difirió mucho de las tensiones previas. En las jornadas anteriores los canales internos de Telegram de Unidos Podemos habían echado humo con quejas de distinta índole y denuncias de falta de coordinación, por presencias o ausencias y por cuestiones del día a día en un Congreso que comienza a coger velocidad de crucero.
«Tenemos que aprender cómo funciona una herramienta que es muy compleja. Es posible, pero exige tiempo». La portavoz adjunta de Unidos Podemos en el Congreso de los Diputados y mano derecha de Pablo Iglesias en el partido, Irene Montero, reconoce los problemas propios de un espacio que «no tiene precedentes» en el Congreso. «Hay que mejorar la coordinación», asume Montero, que reconoce que «hay gente cansada por la sensación de incertidumbre».
«Somos confederales, novatos, con poco tiempo y recursos», añade. «Hemos pasado un periodo muy largo sin saber si habría o no Gobierno», dice y recuerda que «el resto de grupos tiene técnicos más rodados».
Precisamente la contratación de asesores y técnicos ha sido uno de los problemas para Podemos. La interinidad de la situación ha sido uno de los obstáculos para que algunas de las personas tanteadas por el partido no hayan aceptado dar el salto. Ese paso en algunos casos daba miedo a profesionales que temían que su paso a la política de la mano del partido de Iglesias les generara problemas en el futuro. Además, a cambio de un sueldo limitado y con una duración incierta.
Montero cree que ha llegado el momento de pisar el acelerador. Ya han comenzado las contrataciones de asesores con perfiles técnicos, especialistas en las materias que deberán centrar la actividad legislativa del grupo. Pero también de poner en práctica la estrategia definida por el secretario general de estar a la vez en la institución y en la calle: «Queremos construir sociedad civil a partir de las iniciativas parlamentarias».
Un ejemplo es la Ley 25, la propuesta legislativa estrella de la pasada legislatura, que decayó con las nuevas elecciones y que tras el 26J no ha visto la luz. Un elemento «simbólico» en enero al que Montero reconoce que «le faltaban muchas cosas». En su momento, desde los otros grupos llegaron a considerar el texto de la propuesta de ley una «chapuza», pero se aprobó su tramitación. Ahora se está trabajando con más calma para que sea mucho más potente: «Que les dé vergüenza no apoyarlo».
Este es uno de los motivos de roces en el seno de Podemos. Esta estrategia, que enfrenta a Iglesias con su secretario político, Íñigo Errejón, no convence a todos los diputados. El conflicto creciente en el partido, lanzado en Madrid y que se debería zanjar en febrero en la Asamblea Ciudadana, ha interferido en el trabajo del grupo confederal.
IU apuesta por una «coordinación confederal»
Uno de esos problemas se produjo con la designación de las portavocías y presidencias de comisiones. En las horas previas al cierre del periodo de designación se produjo un baile de nombres. Uno de ellos era el de Alberto Garzón. El líder de IU parecía quedarse sin ninguna plaza importante y, finalmente, la intervención de Pablo Iglesias pacificó el asunto. Garzón aceptó Hacienda.
El coordinador de IU, Víctor A. Rocafort, asegura a eldiario.es que su grupo apuesta por «una coordinación confederal» real, con «espacios confederales de decisión». Que, por ejemplo, antes de un pleno haya una reunión de todos los espacios para deliberar y tomar decisiones. Algo que ahora no ocurre. Y algo que no pocos diputados de Podemos rechazan, como rechazaron la confluencia para el 26J, aunque no siempre en voz alta.
Este sistema ya se ha puesto en marcha en algunas comisiones. «Si queremos llevar algo a Interior, hay que compartir la información», ejemplifica Rocafort.
Esta semana se ha producido un caso concreto. IU quería llevar una proposición sobre muerte digna por lo que se ha organizado «un equipo parlamentario confederal, con una persona de cada espacio para favorecer un espacio colaborativo con especialistas de las áreas que toca la proposición», explica el coordinador.
«Nos interesa no centrarnos en las críticas, sino encajar las propuestas», zanja. Ese espíritu no coincide exactamente con cómo ha funcionado la relación con Podemos en los primeros meses de legislatura.
En Comú, el ejemplo a seguir
La confluencia catalana ha sido el referente para la política del cambio, desde que Ada Colau puso en marcha el proceso municipalista que la llevó a la Alcaldía de Barcelona.
En Comú, la candidatura para las generales, aglutina a partidos y movimientos pero sin los roces que se han hecho patentes en otras latitudes, especialmente en Galicia. El espacio político liderado por Xavi Domènech servirá de ejemplo para la cohabitación de Podemos e IU en un espacio orgánico común, según han defendido tanto Iglesias como Garzón.
Desde En Comú señalan que los problemas que otros padecen ellos no los sufren. «Tenemos interlocución para los plenos, cupo de iniciativas, la primera proposición de ley [ la del salario mínimo] fue nuestra y cuando hemos querido hablar no hemos tenido problemas», indican fuentes del grupo. El oasis catalán.
Eso sí, reconocen que la coordinación es muy mejorable. Y tienen su propia denuncia: la invisibilidad. Si en IU molesta que se les englobe genéricamente en «Podemos», algo cada vez menos frecuente ya que se impone la fórmula Unidos Podemos, a los comunes muy pocos periodistas les identifican con precisión.