Mis manos, recorrieron tu distendido cuerpo, guiadas por
una aceptable parsimonia…digamos que lo hicieron del
mismo modo, como si de un ritual ancestral se tratara.
Mis labios, se pasearon por tus senos, y la piel nacarada
de tu cuerpo…
¡Te noto, valiente y decidida a entregarme tu templo húmedo
y cálido!!.
Mi boca, huérfana de la tuya, se lanza al camino, pero se
encuentra con una pared muy sólida, detrás de la cual, guardas
con celos, los secretos del alma,
Ambos, sin apenas emitir palabra, decidimos entregarnos,
mitigando el cosquilleo que nos recorre el cuerpo, deseoso
de recibir amor sin limitaciones.